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miércoles, 28 de diciembre de 2011

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El que no me conozcáis es culpa mía, por no darme a conocer.



martes, 27 de diciembre de 2011

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He sido  esa bofetada que necesitabas para despertar; ese empujoncito para saltar; ese encuentro, quizás demasiado brusco con la realidad. En cierto modo me alegro de que terminar así le haya hecho bien, al menos, a uno de los dos. Pero, un consejo, la próxima vez empieza andando, no volando... así el golpe que des no será tan fuerte.
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Tenía que haber huido cuando tuve ocasión...
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Creo que, después de meses, todavía no lo he asimilado. Creo que aún conservo la esperanza de entrar por la puerta un día y que él, habiéndose olvidado de esconderse, grite ¡sorpresa! y corra a abrazarme. No, definitivamente aún no lo he superado.



domingo, 18 de diciembre de 2011

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Si tu has elegido pasarlo mal por mí yo no tengo la culpa. Sin embargo, yo no lo he hecho y aún así lo estoy pasando.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

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No, a ti no te echo de menos. Echo de menos a la persona que antes creía que eras... entonces no echo de menos a nadie.
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Y la verdad es que somos dos mundos completamente diferentes. Tu ya tienes el tuyo, mejor o peor. Yo, sin embargo estoy ahora descolocada, con piezas de menos y con todo revuelto y patas arriba. Sé que todo tiene comienzo y fin, incluso las cosas malas, por eso sé que aunque algo malo haya comenzado, algún día terminará y podre pensar el ello con total tranquilidad, '' al fin y al cabo no fue tan malo ''; pero, por eso, también sé que esto tuvo su principio y el final llega aquí. Que sí, que a lo mejor para ti ni llegó a comenzar... pero para mi a terminado.





lunes, 12 de diciembre de 2011

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¿Por qué nos empeñamos en verlo siempre todo en blanco y negro?
¡Aprieta bien fuerte el botón y pon los colores al máximo!
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Pero si bien entiendo que el amor se sujeta al tiempo, veo que, al ponerse a prueba, también modera el tiempo la chispa y el fuego de su ardor. En la misma llama del amor vive una especie de pabilo o pavesa que acaba por debilitarla. Nada existe que se mantenga constante en el mismo grado de bondad, pues ésta, creciendo hasta la plétora, muere en su propio exceso. Lo que quisiéramos hacer, deberíamos hacerlo en el acto de quererlo, porque ese <<querer>> cambia y sufre tantas menguas y aplazamientos cuantos son los labios, las manos y las circunstancias por las que atraviesa, y entonces ese <<deber>> vuélvese una especie de suspiro disipador, que hace daño al exhalarlo.

Hamlet

martes, 6 de diciembre de 2011

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Entiendo lo que es sentirse tan vacío, tan impotente...sólo esperando a que llegue el dolor, y que éste duela hasta en lugares que ni sabías que tenías.
Que por muchas veces que cambie de opinión, que piense que hoy es un día nuevo, que todo va a cambiar, que todo va a ir mejor... aún así me voy a la cama pensando en ti y preguntándome por qué lo hice tan mal.
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Entonces es cuando vienes (umm, no; ni siquiera eso...), me hablas, y destrozas cualquier resolución que tuviera de olvidarte.

domingo, 4 de diciembre de 2011

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¡<<Parece>>! ¿No; es! ¡Yo no sé parecer! ¡No es solo mi negro manto, ni los vaporosos suspiros de un aliento ahogado, no; ni el raudal desbordante de los ojos, ni la expresión abatida del semblante, junto con todas las formas, modos y exteriorizaciones de dolor, lo que pueda indicar mi estado de ánimo! ¡Todo esto es realmente apariencia, pues son cosas que el hombre puede fingir; pero lo que dentro de mi siento sobrepuja a todas, a todas las exterioridades, que no vienen a ser sino atavíos y galas del dolor!


Hamlet.
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Perdón por hacerte saber mis sentimientos, perdón por intentar resistirme a ellos, por besarte, por agarrar tu mano, por mirarte y seguir haciéndolo. Perdón por intentar ahorrarte dolor, aunque en el fondo no quería que me soltases. Perdón por cada palabra, cada gesto y cada te quiero que ahora suponen un nuevo sufrimiento para ti. Perdón por parecer indiferente, fría... y no dejar de mirarte de reojo. Por agarrar tu mano bajo la mesa. Por alegrarme al ver un sms tuyo. Por estar esperando como una imbécil a que te conectes. Perdón por ese dolor en el pecho que siento al verte pasarlo mal. Por esas ganas de llorar cuando, con las cosas que decías, todo parecía sumamente fácil... aunque solo lo pareciese. Perdón por quererlo también a él, que estaba primero. Perdón por intentar aclararme y hacerte sufrir por ello. Por hacer lo que quiero, por seguir mis sentimientos. Por intentar hacértelo más llevadero. Perdón por intentar recuperar aquello que quería, que hace imposible esto. Lo siento.