Recuerdo la primera vez que nos besamos, y aún me pregunto como es posible que aquello surgiera. Fue gracioso la verdad, ya que yo estaba atada, o eso creía, y no había razón alguna para que me acercase a ti. Pero ya ves, un susurro en tu oído, un par de miradas y lo demás fue irrevocable. Recuerdo mi cabeza apoyada en tu regazo y tus manos sobre mi rostro. Después, tus labios en mi mejilla, mi frente, mi pelo y mi cuello. Aquellos comentarios graciosos a los que yo estaba tan nerviosa que no sabía que contestar. Y sucedió. Primero fue un leve roce, labio con labio, observando mi reacción, y luego vino el beso, aquel beso con sus suaves labios que lo cambió todo. ¿Mi reacción? Al principio,aturdimiento,como si nada hubiera pasado, como si aquel beso hubiese sido producto de mi imaginación. Después, arrepentimiento ya que, aunque me encanto lo dulce de tus labios, yo no era a ti a quien quería.
Finalmente, lo comprendí todo. ¿Porque conformarme con algo pudiendo tener algo mejor? ¿Porqué no intentarlo si, al fin y al cabo, ya no tenía nada que perder? Y así fue. Y ahora, de lo único que me arrepiento es de que no sucediera antes.
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